jueves, 14 de enero de 2010













Maga, te acordarás quizás de aquel paraguas viejo que sacrificamos en un barranco del Parc Montsouris, un atardecer helado de marzo. Lo tiramos porque lo habías encontrado en la Place de la Concorde, ya un poco roto, y lo usaste muchísimo, sobre todo para meterlo en las costillas de la gente en el metro y en los autobuses, siempre torpe y distraída y pensando en pájaros pintos o en un dibujito que hacían dos moscas en el techo del coche, y aquella tarde cayó un chaparrón y vos quisiste abrir orgullosa tu paraguas cuando entrábamos en el parque, y en tu mano se armó catástrofe de relámpagos fríos y nubes negras, jirones de tela destrozada cayendo entre destellos de varillas desencajadas, y nos reíamos como locos mientras nos empapábamos, pensando que un paraguas encontrado en una plaza debía morir dignamente en un parque, no podía entrar en le ciclo innoble del tacho de basura o del cordón de la vereda.

1 miradas cómplices:

Espérame en Siberia dijo...

Jajajaja, ay mi Julio. No sabes cuánto me cautivó con Rayuela. Es mi Biblia. Podría vivir abrazada a ese libro, yo creo que se me encarnó en el corazón. Es estupendo.

Gracias por revivirme este capítulo, my love.
Muchos besos :)