miércoles, 13 de mayo de 2009






Recuerda que cada vez que te sientas extraviada, confusa, piensa en los árboles, recuerda su manera de crecer. Recuerda que un árbol de gran copa y pocas raíces es derribado por la primera ráfaga de viento, en tanto que un árbol con muchas raíces y poca copa a duras penas deja circular su savia. Raíces y copa han de tener la misma medida, has de estar en las cosas y sobre ellas: sólo así podrás ofrecer sombra y reparo. Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, sientate y aguarda. Respira con confianda profundidad con la que viniste al mundo, aguarda y aguarda más aún. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve.

Ve donde el corazón te lleve.

2 miradas cómplices:

Espérame en Siberia dijo...

El problema está cuando el corazón ya no te habla, ¿no? El mío a veces hace berrinches y entonces tengo que escuchar a mi mente y no siempre da buen resultado.


Muá =)

Espérame en Siberia dijo...

No sé, no sé.

Tal vez tienes razón y debería enamorarme de mi Valiente. Pero creo que ya es algo que me cuesta trabajo. No soy de esas personas que se enamoran y desenamoran tan fácil. Y menos de una idea jajaja.
Pero ya veremos qué pasa.

Un besotototototote =)